Hace menos de un año que entró en vigor la ley sobre el juego on line. Una norma estatal necesaria para regular un mercado que ha crecido sin un marco jurídico común hasta convertirse en uno de los cinco destinos principales de los internautas. Ahora, entre todos hemos de ser capaces de desarrollarla para que atienda las inquietudes de los actores a quienes afecta. Conjugando el juego responsable pero sin dejar de lado las consecuencias que el abuso en el juego puede suponer. Y en este espacio, las entidades sociales tenemos mucho que decir.

El informe anual del Juego on line en España –publicado por Jdigital- revela que en 2012 se ha producido un crecimiento económico notable de este sector. Un 38% desde que se regularizó el mercado. Son varios los estudios que apuntan que este año los ingresos de los operadores se elevarán hasta los 225 millones de euros. Lo que posiciona al juego on line en el lugar de mayor preferencia entre todas las tipologías de juego. Y, claro está, como uno de los espacios más rentables dentro del sector de comercio electrónico.

Durante los seis primeros meses tras la regulación, la cantidad jugada asciende a 2.354 millones de euros en España, tal y como recogen los datos la Dirección General de Ordenación del Juego. Dentro de las modalidades de juego on line, el póquer se lleva la palma (40%), seguido por las apuestas deportivas (36%): 952 y 861 millones de euros respectivamente.

Para las arcas de la administración, este movimiento en la red supone en concepto de impuestos, una recaudación en 2012 superior a los 100 millones de euros.

El juego on line se aprovecha de esta revolución tecnológica en la que estamos inmersos para obtener los máximos beneficios aún a sabiendas que también está en juego la salud de muchas personas que pueden llegar, a través de este camino, a padecer alteraciones comportamentales, psicológicas, físicas… así como acrecentar perfiles de exclusión derivados por la pérdidas económicas, un resultado mucho más frecuente que las ganancias.

El pasado viernes se celebró en Madrid el primer Foro Español de Juego Responsable. Una iniciativa impulsada por la Delegación del Plan Nacional sobre Drogas y la Dirección General de Ordenación del Juego, en la que participan operadores, sociedad civil –profesionales y afectados- y la administración. Un debate abierto que puso sobre la mesa un amplio abanico de inquietudes –algunas enfrentadas- que habrá que resolver a corto y medio plazo.

Son muchas las normativas y desarrollos reglamentarios que faltan. Si bien es cierto que el Consejo Asesor de Juego Responsable –en funcionamiento desde finales de 2012- pone de manifiesto que es necesario alcanzar objetivos no sólo como contempla la ley 13/2011 sino, de forma muy importante, en la prevención de las conductas adictivas, y algo de mayor calado como es la protección de los menores. En sí, la ley contempla esta protección en tres niveles: personas usuarias, menores y grupos vulnerables. Conjugar cómo hacemos esta protección es en sí una obligación de la sociedad y de todos los que trabajamos en adicciones no tóxicas y comportamentales. La necesidad de buscar un esfuerzo común con el estado, los operadores o empresas que trabajan en el sector, y la comunidad científica (las entidades sociales) es un derecho que debemos hacer cumplir.

Hay exigir responsabilidad social a los operadores del juego. El estado ha de invertir buena parte de lo que recauda en prevención y el tratamiento del juego patológico. Y las entidades que desde hace años trabajamos con las personas debemos redoblar esfuerzos para poner en marcha proyectos que respondan a las necesidades e inquietudes de una sociedad en continua evolución. De momento, las empresas ganan, el estado recauda y las entidades sociales siguen esperando que parte de ese dinero revierta en los ciudadanos.

Las personas afectadas son nuestro motor. Quienes nos hacen seguir luchando y exigiendo estrategias que hagan realidad –si es posible- un juego responsable; al igual que hoy hablamos del consumo responsable, cuando abordamos las adicciones tóxicas.

Es probable que a las personas que han vivido de cerca el problema de las drogas o de la ludopatía, hablarles de consumo o juego responsable les genera pánico. Son familias que no sólo han padecido ese sufrimiento de un ser cercano sino de ellas mismas. Tenemos que comprender que hablarles a los afectados de juego responsable es muy duro. Pero necesario.

Ir a la copia del árticulo publicado en el periódico "El Mundo"


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