Los jóvenes empiezan a tomar drogas antes y acuden a tratamiento más mayores que hace treinta años. Son dos de los datos extraídos de la Memoria 1985-2015 de Patim que -al cruzarlos- ponen en evidencia que la etapa de consumo se ha alargado de forma progresiva hasta situarse en una media de 18 años. Los expedientes de 7.531 pacientes atendidos avalan el informe que se ha presentado hoy en el centro de día de esta organización en Castellón con motivo del aniversario de su fundación. La “masculinización” de los centros de tratamiento, el incremento de casos de patología dual o el avance del cannabis y el juego patológico son otros temas sobre los que se ha puesto el acento.
Resulta sorprendente que la edad de inicio en el consumo de drogas sea dos años más baja que hace treinta años. Un retroceso que genera dudas sobre la eficacia de las políticas de prevención que se han llevado a cabo hasta ahora. “Es paradójico que tras décadas de campañas de sensibilización hemos conseguido que se empiece a consumir a los 14 años, cuando en 1985 comenzaban a los 16 años”, explica el presidente de Patim, Francisco López y Segarra. “Debemos actuar con urgencia para emprender otro tipo de actuaciones, para redefinir lo que estamos haciendo en prevención y evitar que se banalicen los efectos del consumo de drogas o se retrase el inicio de una atención especializada, de un tratamiento”, añade. La edad media de tratamiento ha pasado de 24 a 32 años desde 1985 hasta la actualidad.
La presencia de mujeres en los centros –mixtos- de tratamiento siempre ha sido menor que la de hombres pero, según la Memoria de Patim, su incorporación ha ido descendiendo de forma progresiva hasta representar menos del 10% del total de casos atendidos en estos momentos. Una tendencia que en los últimos años ha favorecido una “masculinización” involuntaria de estos servicios especializados. “No sabemos muy bien las razones –apunta López y Segarra- aunque es muy cierto que, en general, vemos que están más pensados para los hombres y hay muy pocas respuestas para que una mujer, por ejemplo, con cargas familiares”. En la última década, Patim ha incorporado programas educativos para la educación en “nuevas masculinidades” en sus centros así como en prisión como punto de partida para abordar la violencia de género.
Durante la presentación del informe se ha remarcado que el número de pacientes que presentan un trastorno mental además de un problema de abuso en el consumo de drogas es cada día más habitual. En los dos últimos años en la comunidad terapéutica Los Granados, el 60% de los casos atendidos presentaban esta patología dual, especialmente trastornos de personalidad.
La cuarta oleada
En cuanto a sustancias, el cannabis ha superado a la cocaína como droga principal que demanda tratamiento en los últimos años. La heroína causó estragos en los ochenta y principios de los noventa, la cocaína asumió el relevo y en estos momentos entramos en una nueva etapa donde el cannabis cobra protagonismo. El juego, especialmente tras la proliferación de operadoras on line, amenaza con desencadenar la siguiente oleada.
Desde Patim apuntan que ha cambiado la prevalencia de las drogas y las formas de consumo –inyectada, esnifada o inhalada, fumada-, han surgido nuevas sustancias sintéticas y también “se ha desviado/adulterado el uso de otras sin valorar los riesgos”, en algunos países las políticas han dado un giro para ofrecer nuevas respuestas frente al cultivo, tráfico y consumo pero “la principal evidencia que tenemos que asumir después de treinta años es que las drogas están tan enraizadas en la sociedad actual que hemos de aprender a convivir con ellas”. No obstante, la coordinadora de programas de Patim, Inmaculada Galmés, ha insistido en que la droga más destructiva es el alcohol porque “es la más accesible y legalizada, se utiliza como un elemento de socialización en muchos ambientes y sus efectos, en caso de abuso, suelen favorecer el consumo de otras sustancias tóxicas”.
López y Segarra ha lamentado que las distintas administraciones públicas hayan apoyado a las grandes organizaciones en lugar de reforzar a las entidades pequeñas y medianas que constituyen el 90% del tejido asistencial. También ha criticado que a pesar del cambio político en la Comunidad Valenciana se sigan repitiendo los errores manteniendo los mismos modelos de financiación. “La burbuja del Tercer Sector también ha explotado. Ahora más que nunca hemos tenido que fomentar el compromiso social y la participación ciudadana, convertirnos en una entidad de economía social, y el resultado es que mientras la financiación de Patim ha caído un 75%, el número de programas sólo el 45% en estos años de crisis económica y de valores”, remarca.
Patim ha atendido a 4.439 personas a través de su área de inserción laboral. No obstante, la ausencia de programas de empleo que sean gestionados por entidades sin ánimo de lucro, es otra de las carencias que se han puesto sobre la mesa. “No hay inserción sin empleo”, afirma el presidente de esta organización, quien recuerda que durante los últimos años han desaparecido todos estos talleres “precisamente cuando era más necesarios porque el umbral de la exclusión está ahora más unido que nunca a tener o no trabajo”. Patim mantiene la Agencia de Colocación como un servicio gratuito de orientación laboral a pesar de que no recibe ningún tipo de financiación para favorecer la empleabilidad de los colectivos en riesgo de exclusión.
El presidente de esta entidad –reconocida como consultora de Naciones Unidas- también ha agradecido el papel que ha desempeñado el voluntariado durante los últimos años porque “muchas entidades no hubieran podido superar la crisis sin su apoyo”. Desde que Patim abrió sus puertas en 1985 ha ofrecido un servicio especializado a más de 70.584 personas, 53.176 en prevención y 5.438 a través del servicio de asesoramiento jurídico.
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