Hace pocos días, en Avilés, una tierra en la que he compartido tantas vivencias, falleció nuestra amiga Mercedes García Ureña. Una mujer luchadora, adelantada a su tiempo. La recuerdo en la década de los noventa defendiendo lo que creía justo y recibiendo ‘paraguazos’ de los vecinos que rechazaban la instalación de un centro de metadona en su ciudad.

Me viene a la memoria su compromiso con las personas en la prisión de Avilés, incorporando junto a Tino nuevas metodologías. También compartiendo programas europeos desde UNAD, porque la dedicación que ella ha mantenido a esta plataforma era constante. Siempre con la creencia de que no podemos luchar solos, pero entre todos sí es posible conseguir las metas que nos marcamos. Esa mentalidad nos permitió dirigir nuestros pasos hacia el IRPF. Cómo olvidar la redacción de ese programa marco en el primer año de su convocatoria en el Instituto de Sociología Aplicada.

Años más tarde tuvimos una estrecha relación para alcanzar la definición de lo que debían de ser los centros de día. Nuestras conversaciones telefónicas se alargaban más de una hora, debatiendo y construyendo al mismo tiempo. Su figura, como mujer y como madre, siempre fue imprescindible en nuestras decisiones. Pues incorporar ese carácter familiar nos hizo mantener una visión diferente en el tratamiento a las adicciones.

En los últimos años trabajamos para definir los límites de un centro de día específico para la atención de las personas con adicciones. Especialmente, en lo que no debían convertirse estos recursos. Daba igual el día: un 24 de septiembre, un 24 de diciembre, un 5 de agosto, un 4 de octubre, fueron fechas que no faltaron para que nos dedicáramos unas palabras de afecto, ya no sólo de trabajo.

Bueno Mercedes, siempre te recordaré junto a María Gutiérrez-Cortines Corral y tantas otras personas que formaron aquellos años de adictología, lucha, debate científico cargados de corazón.

Paco López