Más de la mitad de las personas atendidas por la Asociación Española de centros de día de adicciones (ASECEDI) en el último año tiene más de 42 años y acude a tratamiento por un problema relacionado con el abuso en el consumo de alcohol o cocaína. Así lo refleja el estudio epidemiológico 2020 que acaba de presentar esta plataforma que ha atendido a 1239 personas en plena pandemia.
Uno de los datos más significativos que se desprende es que el porcentaje de pacientes "mayores" se ha incrementado un 3% respecto al año pasado y supone el 55% del total de casos en tratamiento. Y lejos de mostrarse como una situación puntual, esta tendencia se está consolidando en los últimos años. El «envejecimiento» de la población con problemas de adicciones se repite en las ocho autonomías en las que trabajan las entidades agrupadas en esta plataforma.
«Quizás ha llegado la hora de empatizar con los que no llegan, trabajando también con los objetivos menos exigentes que les proporcionen una vida plena, que en muchas ocasiones puede ser la compresión, cubrir necesidades básicas o no juzgar, explica el presidente de ASECEDI, Francisco López y Segarra.
El estudio pone en evidencia que un 27% de las personas en tratamiento ha superado los 50 años. Para afrontar esta realidad «menos visible», desde ASECEDI se plantea la necesidad de crear recursos de continuidad adaptados a las necesidades de las personas mayores con adicciones.
La inserción integral de las personas atendidas, ha supuesto también un gran reto y trabajo de profesionales y pacientes. «Creemos que es el momento de comenzar la desescalada de exigencia y que optimicemos el bienestar de estas personas sin miedo a cronificar la atención», añade López y Segarra.
En muchos casos se ha detectado también una patología dual o trial, que en bastantes ocasiones no está diagnosticada clínicamente. «Hay perfiles que directamente no encajan en nuestro sistema y debemos encontrar cualquier opción que nos permita optimizar su tratamiento, siempre hemos defendido que la intervención es plural y cada persona tiene su itinerario personalizado», remarca el presidente de ASECEDI.
El alcohol (49%) y la cocaína (23%) marcan un perfil de pacientes de ASECEDI, en el que un 20% son mujeres.
Estigma social
Un informe publicado por Naciones Unidas el pasado mes de marzo también pone el foco en la "epidemia invisible" que supone el abuso de drogas entre los mayores. La Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE) señala que "la gente vive más tiempo y un desafío asociado es una creciente vulnerabilidad al consumo de drogas". España, Alemania, Francia y Reino Unido constatan un mayor aumento en los últimos años de cannabis entre mayores de 65 años que en cualquier otro grupo de edad, según el informe de la JIFE. "La mayoría de los programas de tratamiento están centrados en los jóvenes y este nuevo fenómeno debe ser más estudiado porque apenas hay datos", remarca.
Este aumento del consumo de drogas se debe, en su opinión, a diversos factores, uno de ellos es el envejecimiento de consumidores de la generación de posguerra -nacidos entre 1946 y 1964- y aquellos de largo recorrido que han seguido accediendo a drogas superados los 65 años. "Están quienes acuden por primera vez a estas sustancias para paliar dolores crónicos relacionados con el envejecimiento o para frente a otros problemas como la depresión y la ansiedad", matiza. Analgésicos, traquilizantes, benzodiazepinas y sedantes suelen ser de uso también frecuente. El informe de la ONU alerta que "los mayores que consumen drogas sufren, además de un gran estigma social, más casos de muerte prematuras, depresión, suicidio y de desarrollo temprano de enfermedades degenerativas".
ASECEDI se constituyó en 2003 como una asociación que agrupa a distintas entidades sociales que gestionan 16 centros de día especializados en adicciones en todo el estado. En la actualidad está presente en Andalucía, Castilla León, Cataluña, Extremadura, Madrid, Comunidad Valenciana, Asturias y Murcia. Además del tratamiento, también desarrolla programas dirigidos a familias (805 personas), inserción laboral (l238) y conductas violentas (83).