El 90% de las personas en tratamiento por adicciones a sustancias o juego reconoce que ha tenido ideación suicida sin planificación en distintos momentos de su vida. Esta es una de las principales conclusiones de la jornada organizada por la Fundación Patim y el Ayuntamiento de Valencia que ha reunido en la Petxina a especialistas de la sanidad, psicología y ciencias sociales que trabajan en el ámbito de la salud mental y las conductas adictivas en la Comunitat Valenciana. En distintas ponencias se ha puesto de manifiesto la necesidad de abordar esta “realidad silenciada” tanto en los procesos preventivos como en los protocolos de evaluación de los profesionales sociosanitarios que intervienen con población con adicciones para reducir sus secuelas.
El presidente de Patim, Francisco López y Segarra, ha reconocido que desde hace varios años es “algo habitual” intervenir con pacientes –hombres y mujeres- que manifiestan dudas que “hacen saltar algunas costuras del tejido asistencial” y obligan a replantear la respuesta que se está ofreciendo. “Las personas que atendemos presentan altos índices de ideación suicida, un 20% con planificación y afortunadamente solo un 1% presenta suicidio intencional”, puntualiza. Patim gestiona dos centros de día y una comunidad terapéutica, así como dos viviendas para población vulnerable en Castellón y Valencia. “El fenómeno de las adicciones exige cada día respuestas más complejas y coordinadas y foros como el de hoy –explica- nos ayudan a visibilizar matices que han estado acallados durante años o que han cobrado un protagonismo reciente”.
Las ideas suicidas son pensamientos cuyo contenido está relacionado con terminar con la propia existencia. Abarcan desde conceptos, creencias u opiniones vinculadas con minimizar el valor de la vida hasta la planificación de un acto letal, pasando por deseos más o menos intensos de muerte o fantasías de suicidio. Según los especialistas, en la sociedad actual, también pueden considerarse “una expresión temprana de vulnerabilidad, asociada a variables psicosociales como estrés vital, vivencias indeseables, desesperanza y medio familiar caótico”. Pero insisten en que “no es un trastorno” y puede desarrollarse sin estar asociada a una enfermedad mental.
El Plan de Acción de Salud Mental del Gobierno, aprobado el pasado 11 de mayo, contempla como una de sus líneas estratégicas principales la prevención de las conductas adictivas con y sin sustancia porque “son factores de riesgo -aclara Segarra- catalizadores de esta ideación suicida”. Concretamente en el juego aparece en la fase de desesperación, detallan los especialistas reunidos en las Petxina, periodo que se caracteriza por el estado de arrepentimiento y pánico del ludópata como consecuencia de la problemática económica (grandes apuestas y deudas elevadas), el distanciamiento y la alineación familiar y social, la dificultad en muchas áreas (emocional, conyugal y familiar, laboral, tiempo libre, social, judicial) de las que “el jugador o la jugadora no sabe cómo salir”.
En cuanto a las alternativas que se deben poner en marcha, Francisco López y Segarra reclama una actuación transversal e integral que contemple la intervención y la respuesta a las personas y a las familias así como un sistema educativo que detecte y canalice los intentos, que apoye a quienes lo han padecido y haga frente a la huella que se acrecienta con el duelo de un ser querido. “Hay que abrir nuevos espacios de diálogo para afrontar esta realidad en todas sus dimensiones porque alcohol, juego y suicidio van de la mano en muchas ocasiones y ya es hora que desenmascaremos sus estigmas”, concluye.