Ocho de cada diez personas que acude a los centros de día de tratamiento de adicciones son hombres. Y un porcentaje de jóvenes atendidos sigue mostrando los mismos patrones de conducta ante su masculinidad que la población adulta. Desde la Asociación Española de centros de día advierten que la influencia de la sociedad patriarcal para el inicio y el mantenimiento del consumo de drogas en los hombres es cada día más evidente, incluso en los adolescentes que “no son conscientes de los riesgos de la masculinidad hegemónica”. Especialistas de esta plataforma estatal abordan en la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) una realidad a la que desde hace años intentan dar respuestas.
“Resulta inquietante comprobar que esta conducta sigue repitiéndose entre los consumidores más jóvenes”, lamenta el presidente de ASECEDI, Francisco López y Segarra, quien identifica como una de las principales causas el modelo de patriarcado. “Abanderar la masculinidad hegemónica, tradicional implica demostrar seguridad, sin vulnerabilidad y, con ello, no tener que equivocarse ni estar equivocado; en este sentido, acogerse a patrones de este modelo de masculinidad refuerza comportamientos que interfieren a la hora de pedir ayuda o tratamiento, convirtiéndose en una barrera para los hombres que viven situaciones de adicción a sustancias tóxicas o los juegos de azar”, explica el sociólogo castellonense. En el caso de las mujeres con problemas de adicción, adicciones, los roles de género suponen una “una presión añadida que frena su acceso al tratamiento, refuerza estigmas y genera recaídas durante su proceso de reinserción”.
Treinta especialistas en adicciones y género han puesto de manifiesto en la UPSA que las normas tradicionales de la masculinidad “son un factor de riesgo” que conduce a los jóvenes a mayores índices de consumo y pueden desencadenar conductas agresivas hacia sus parejas. Aseguran que la influencia del grupo de iguales, la normalización y naturalización del consumo de drogas, los ritos de paso hacia la adultez o la configuración de prácticas que ejercen una función como contenedor identitario de la masculinidad son factores a tener en cuenta cuando se trabaja con jóvenes y adolescentes. “El consumo de drogas no es la causa de una conducta violenta pero sí un catalizador capaz de desatar la agresividad”, matizan en estas jornadas financiadas por la Delegación del Plan Nacional sobre Drogas y en las que colabora Cáritas Salamanca.
La violencia de género –en sus diferentes tipologías- está muy presente en los centros de día de tratamiento de adicciones. El presidente de ASECEDI afirma que “es muy habitual” detectar esta conducta agresiva “en la mitad de las parejas en las que una o las dos personas son consumidoras de drogas”, tal y como puso de manifiesto uno de los primeros estudios impulsados por esta plataforma en 2006. A pesar de los avances, reconoce que la perspectiva de género todavía es una cuestión pendiente en el ámbito de las adicciones y es necesario “sacar las viejas ideas para dejar lugar a las nuevas” tanto en hombres como en mujeres.
Los roles de género, la reproducción social de la desigualdad, los micromachismos y machismos de baja intensidad o la construcción de las masculinidades adolescentes a través de las prácticas de riesgo definen varios ejes que se entrelazan en la formación “Jóvenes, adicciones y micromachismos” que reúne desde hoy en Salamanca a profesionales del ámbito sociosanitario de siete comunidades autónomas, que trabajan en organizaciones de atención a población con adicciones, tanto tóxicas como no tóxicas, para compartir experiencias y orientar su formación hacia la deconstrucción de la masculinidad. Durante el último año, 740 personas -579 hombres- han participado en los talleres de prevención de violencia de género impartidos en los centros de día integrados en ASECEDI.
ASECEDI lleva quince años formando a los equipos profesionales de los centros especializados en adicciones, generando manuales y guías didácticas e impartiendo talleres específicos a la población atendida. El centro de día de Cáritas Salamanca, uno de los primeros en implantar estas dinámicas, ha intervenido en el último año con 58 personas, 47 hombres y 11 mujeres. Un grupo cuyo perfil medio es el de un hombre, mayor de 42 años, soltero, con estudios primarios y con problemas de adicción a la cocaína y heroína. Un 9% son jóvenes entre 18 y 25 años. El viernes se presenta una nueva guía didáctica para trabajar la deconstrucción de la masculinidad en personas con problemas de drogas y población general.