El velo que ha cubierto el suicidio durante años va rasgándose poco a poco en todos los ámbitos. Hablar ayuda a visibilizar una realidad latente. Es una de las principales herramientas para su prevención, pero es necesario construir un discurso alejado de alarmismos y normalizarlo como un problema social y no de salud mental, según los expertos. Once personas mueren cada día en España por este motivo. Y es la primera causa de muerte no natural entre jóvenes de 15 a 29 años.

“Me hacían bullying en el colegio por mi peso y no fui capaz de pedir ayuda, me sentía sola, creía que nadie era capaz de comprender lo que me pasaba, un problema al que se sumaba mi orientación sexual, problemas de autoestima y gestión de emociones, era un sufrimiento constante y con 16 años fue mi primer intento”, recuerda Nagore, que acude al centro de día de Patim en Castellón desde hace seis meses. “Ahora entiendo mejor todo lo que me pasó, incluso reconozco que muchos de esos temas también fueron desencadenantes de mi consumo, mi familia no sabía cómo ayudarme, por eso es fundamental pedir ayuda profesional para poder salir”, apunta en una entrevista con motivo del Día Mundial de prevención del suicidio.

Los datos recogidos en el último año en Patim ponen en evidencia que el 90% de las personas en tratamiento –tanto por consumo de sustancias tóxicas como por juego- han tenido episodios de ideación suicida. Por ello, desde hace cuatro años, en todos los centros de esta organización se aborda el suicidio como un elemento transversal tanto en las terapias individuales como grupales, así como en la prevención. Un marco de actuación alineado con las líneas estratégicas del Plan de Acción de Salud Mental promovido por el Ministerio de Sanidad y la Plan Valenciano de Salud Mental y Adicciones.

El Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses, en su adelanto del informe Hallazgos toxicológicos en muertes por suicidio, apunta que más de la mitad de las personas que se quitaron la vida en 2023 tenía restos de ansiolíticos en sangre.