Poco antes de iniciar su jornada laboral en el hospital Universitario de la UANL, Liz se conecta con Patim. Cada lunes por la tarde imparte un taller de habilidades sociales y gestión de emociones en el centro de día de Castellón. Las dos primeras sesiones fueron de adaptación porque costó acostumbrar a las personas usuarias a nuevos hábitos para favorecer el diálogo. La escucha activa y la asertividad son más efectivas si no se da la espalda a la pantalla o al micro.
Los 9.007 kilómetros de distancia que separan Monterrey y Castellón no son un obstáculo. Liz Villarreal es voluntaria de Patim. Y tras una estancia en prácticas continúa su vinculación con la entidad desde México. Licenciada en psicología y enfermería, docente e investigadora, es la actual coordinadora del área quirúrgica mayor ambulatoria del Servicio de Cirugía General del Hospital Universitario de la UANL. Hace más de un año que puso en marcha esta experiencia que avanza en el uso de la tecnología para la intervención grupal en adicciones y también en el ámbito individual.
“Ella nos ayuda a conectar con lo que sentimos, a entender nuestras emociones para saber qué tenemos que hacer para aceptarlas y actuar en consecuencia”, explica una de las usuarias del taller. “Nos transmite cercanía y mucha positividad”, argumenta otra de las pacientes del centro de día de Patim, al finalizar una de las sesiones. “Al principio fue un poco extraño, porque no soy muy tecnológica, pero una vez cogimos la dinámica está bien, incluso puede ser más cómodo para mucha gente que necesite ayuda psicológica pero no quiera venir a un centro”, añade.
Nueve de cada diez personas que asisten al taller son mujeres, la mayoría tienen más de 45 años y es habitual que hayan recorrido distintos recursos asistenciales, incluidas viviendas de apoyo al tratamiento o a la inserción sociolaboral, durante los últimos años. Sus vínculos familiares se han visto muy afectados por su etapa de consumo y su salud mental debilitada. “Sería muy importante que desde el colegio nos enseñaran a gestionar las emociones –remarcan- porque no es lo mismo estar enfadada que sentir rabia o acumular rencor; así se evitarían muchos quebraderos de cabeza y sabríamos cómo actuar, para coger otro camino”.
Patim ha incorporado la terapia online en sus servicios con la finalidad de ofrecer una respuesta más ajustada a distintas realidades, tanto en el caso de los talleres terapéuticos como para atender a personas que viven en zonas rurales con escasez de servicios psicológicos o dificultades de movilidad. “Liz nos ha ayudado a dar un paso más, no solo por su capacidad para intervenir con la población con adicciones, aprovechando las oportunidades que nos ofrece la tecnología, sino también por su compromiso social”, aseguran desde Patim